Día 2 – SIN MÍ NADA PODÉIS HACER – SEMANA REAL – Ps Michaël LEBEAU

Sin mí, no podéis hacer nada

Hay una verdad que debemos grabar en nuestro corazón: ¡sin Él, no podemos hacer absolutamente nada! Nada que tenga un valor real, nada que produzca fruto para la Eternidad, nada que pueda transformar una vida. Jesús lo dijo en Juan 15:5:

Sin mí, no podéis hacer nada.

No es una simple declaración, es una LEY ESPIRITUAL ineludible. ¿Quién quiere ver almas salvadas? ¿Quién quiere ser un instrumento poderoso en las manos de Dios? ¿Pero cómo? ¿Cómo desencadenar ese nivel de impacto, esa manifestación tangible de Su gloria en nuestra vida?

La respuesta no depende ni de nuestra fuerza ni de nuestro poder, sino del Espíritu de Dios (Zacarías 4:6).

¿Cómo permanecer en Él?

Entonces, la verdadera pregunta es: ¿cómo permanecer en Él para dar fruto? ¡Porque ese fruto no viene de nosotros! Viene de la conexión con la vid, con Jesucristo mismo. ¡Es tiempo de dejar de intentar actuar por nosotros mismos y de enraizarnos en Su presencia!

Permanecer en Cristo: la clave para ver Su poder

Jesús comparó nuestra relación con Él a la de un pámpano unido a la vid: ¡el pámpano no da fruto por sí mismo! Debe permanecer conectado al tronco. Si queremos resultados, si queremos ver almas venir a Cristo, ver vidas transformadas, debemos cultivar esa conexión continua con Jesús.

Muchos tratan de actuar con sus propias fuerzas. Queremos testificar, pero nuestras palabras no penetran. Oramos, pero no hay poder. Queremos ser un instrumento, pero ¿dónde está la diferencia? ¡Porque muchos trabajan SIN estar conectados a la Vid! Pero sin Jesús, es imposible llevar a una sola persona al arrepentimiento.

Solo Él salva. Solo Él sana. Solo Él libera. Solo Él convence.

Entonces, la pregunta esencial es: ¿cómo permanecer verdaderamente en Él? ¿Cómo asegurarse de que esa conexión sea fuerte e ininterrumpida, para que Él haga fluir Su vida en nosotros y a través de nosotros?

Primer pilar: creer en Jesús como Señor absoluto

Permanecer en Él empieza ante todo con una fe inquebrantable en Jesucristo como Señor y Salvador. Cuando comenzó la Iglesia, los primeros creyentes no eran simples «simpatizantes» del cristianismo. ¡Estaban poseídos por una nueva certeza: Jesucristo es el Señor absoluto de su vida!

Algunos quieren ver el poder de Dios, pero no lo han hecho su Señor. Quieren la gloria del Reino sin una entrega total al Rey. Pero cuanto más Jesús es tu Señor, más permaneces conectado a Él. Los primeros cristianos preferían dar su vida antes que negar a su Señor. ¿Por qué? Porque Jesús no era un concepto religioso en su mente, ¡Él era su TODO!

Entonces hazte esta pregunta: ¿Es Jesús verdaderamente el ancla de mi vida, o todavía estoy aferrado a mí mismo? ¿A mis ambiciones personales? ¿A mi comodidad?

Segundo pilar: guardar sus mandamientos como prioridad

Estar unido a la Vid también significa obedecer Sus mandamientos. Jesús nos dijo claramente que si guardamos Sus mandamientos, permanecemos en Él. ¿Y Su mandamiento más grande?

Amaos los unos a los otros como yo os he amado.

Muchos quieren ver el poder de Dios pero descuidan lo básico: AMAR. No puedes estar en amargura, en conflictos, en orgullo, y esperar ver fluir la unción. La Iglesia primitiva estaba llena del Espíritu porque estaba llena de amor, de compartir, de ayuda sincera. A Dios le agrada un ambiente de amor.

¿Quieres permanecer en Él? ¡Entonces examina tu corazón! ¿Te cuesta perdonar? ¿Te niegas a amar a tu hermano? Dios busca corazones puros y obedientes para depositar Su poder.

El pilar central: una vida de oración intensa

La oración es lo que alimenta tu conexión con Dios. Es lo que te llena del Espíritu Santo. ¡Sin oración, no habrá poder! La Iglesia primitiva oraba SIN CESAR, y por eso estaba llena del Espíritu Santo.

Mira lo que hacía Jesús: pasaba noches enteras en oración antes de salir a predicar. Cuando oraba, estaba lleno de poder, y cuando descendía, sanaba a todos los enfermos. ¡Su fuerza venía del lugar secreto!

¿Por qué algunas personas caminan con una dimensión poderosa del Espíritu Santo y otras no? ¡Porque algunos oran, y otros no!

La oración es lo que atrae el derramamiento del Espíritu Santo. Déjame decirte algo: ¡lo que obtienes por medio de la oración, lo conservarás por medio de la oración!

¡Insiste en la oración: no te rindas!

¡Muchos comienzan a orar, pero se rinden demasiado rápido! Jesús dio parábolas poderosas para enseñarnos la importancia de insistir en la oración. Toma el ejemplo de un amigo que viene a medianoche a pedir pan. ¡A fuerza de insistir, incluso el que no quería abrir termina cediendo!

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

¡Dios nos espera en esa perseverancia! ¡Quiere ver quiénes son los que desean ardientemente Su intervención!

Oremos juntos

Señor, hoy entiendo que sin Ti, ¡no puedo hacer nada! Reconozco que necesito estar inmerso en Tu presencia, lleno de Tu vida divina. No quiero ser más un pámpano separado de la vid. ¡Lléname, Señor! Haz de mí una luz para quienes me rodean, un canal a través del cual Tu poder fluya libremente. Rompe en mí toda pasividad espiritual, ¡todo enfriamiento en la oración! Hoy decido perseverar, insistir y permanecer unido a Ti. ¡Señor, haz fluir en mí Tu Espíritu, como nunca antes! Te doy gracias, en el poderoso nombre de Jesús. ¡Amén!

Señor Jesús, reconozco que necesito de Ti. Creo que moriste por mis pecados y que resucitaste. Hoy te acepto como mi Señor y Salvador. Transforma mi vida y guíame por Tu camino. Amén.

En el corazón de la Biblia

  • Juan 15:4-5 (Permaneced en mí)
  • Hechos 1:14 (Perseveraban unánimes en la oración)
  • Lucas 11:9-13 (Pedid, buscad, llamad)

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