¡Joven, levántate! Hay una diferencia entre los que sirven a Dios y los que no le sirven.

¿Pero a quién le hablo? ¿A quién le hablo hoy? Hay una generación que duerme, una generación que espera, una generación atada por las tinieblas, envuelta en oscuridad, paralizada bajo un celemín… Y Dios dice: ¡Se acabó! ¡Joven, tienes que levantarte! ¡Ya no puedes seguir sentado! ¡Tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor se ha levantado sobre ti! Te espera. Espera que des un paso. Dios quiere usarte, pero jamás forzará una vasija que se niega a ponerse en pie.

Mira Isaías 60:1 conmigo: ¡Levántate, resplandece! Porque ha venido tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti.

Mira bien lo que el Señor dice aquí. No es una sugerencia, es una orden. Es una convocatoria generacional. Cuando Dios dice «Levántate», ¡es porque sabe que puedes levantarte! Si la orden ha sido dada, entonces ¡la provisión para levantarte ya fue liberada! ¡Levántate, incluso si tu familia dice que nadie saldrá adelante. ¡Levántate, aunque el entorno diga que nadie lo ha logrado. No eres cualquier persona. Eres imagen de Dios. Estás bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Efesios 1:3). ¡Has recibido el mandato del cielo: impactar, influenciar, iluminar!

¿Quieres marcar tu época?

¿Quieres dejar una huella? ¿Quieres impactar a tu generación? Entonces escúchame bien: ¡hay un modelo! Hebraicamente, Dios no hace nada sin modelo. Y ese modelo lo dio desde el principio en Génesis 1:26-28: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y que tenga dominio…». Dominar significa impactar, dejar marca, ejercer una influencia divina. Fuiste formado según el mapa genético del cielo, programado para invertir los ciclos de tinieblas, para instaurar la luz donde reinaba la noche. No fuiste hecho para seguir, fuiste hecho para liderar. No eres un figurante, eres el héroe que el cielo espera.

Pero para impactar como Dios, hay que respetar el modelo divino:

• ser fecundo – Tener fruto. Llevar una vida visible e irrefutable.

¿Tu vida lleva fruto? ¿Se siente a Dios cuando llegas? Luego dice: multiplicaos, llenad, sojuzgad, dominad. Estas son las etapas de una vida de impacto. Cristo las cumplió todas. Vino a imagen del Padre, dio fruto — sanidades, milagros, salvación — se multiplicó, llenó los corazones con Su Espíritu y sometió los sistemas: político, religioso, económico. Hoy aún se habla de Él. El calendario del mundo está alineado con Su venida. ¡Estamos en 2025 porque un hombre llamado Jesús nació! ¡Eso es una vida que marca a la humanidad!

Pero te hago la pregunta:

¿Tu vida deja huella? ¿Tu presencia se siente? ¿O como decía el apóstol Iván, tu presencia es igual a tu ausencia? Hay personas que Dios apenas roza, y otras que habita. Debes ser de los que hacen temblar las tinieblas apenas abren la boca. Debes ser de los jóvenes que entran en un lugar y la atmósfera cambia. Hay jóvenes que se buscan porque su presencia es luz, su voz es solución, ¡su caminar es mensaje!

Pero amado, para eso, hay que levantarse.

Hay que salir del celemín. Hay que rechazar el vestido de la oscuridad. Hay que desgarrar la camiseta de la conformidad. El mundo dice: «parece a esto», «adopta aquello», «comprométete aquí», pero Dios dice: «¡Levántate! ¡Resplandece!» No es normal que seas luz, y que no se te vea. No es normal que seas bendición, y que tu entorno muera en sequía. ¿Dónde está tu luz? ¿Eres luz, pero quieres impresionar al mundo? ¿Quieres quedarte bajo el celemín para agradar? ¿En nombre de qué?

Levantarse es aceptar ser diferente. Levantarse es cargar con la cruz del rechazo, es decir: aunque no me aplaudan, ¡que el cielo me aplauda! Levantarse es alinear la vida con la agenda divina, cambiar las leyes de tu linaje, y declarar: ¡conmigo esto se detiene, y vuelve a empezar! En tu vientre hay naciones enteras. En tu boca hay soluciones globales. En tu ADN hay emprendedores, ministros, hombres de impacto. El cielo espera tu señal. En cuanto te levantes, Isaías dice que las riquezas de las naciones correrán hacia ti. No tendrás que correr tras el oro — el oro correrá tras de ti. Esto no es «evangelio de prosperidad», es Isaías 60.

¡Yo lo viví! Cuando fuimos a Martinica con mi esposa, nos fuimos con casi nada. Una sala de diez sillas prestadas en las casas. Pero hoy, por gracia, ¡tenemos la iglesia más equipada de las Antillas-Guyana! ¿Por qué? Porque nos levantamos. No fueron los cataríes, ni los americanos. Fueron los recursos del Cielo que fueron liberados en el momento del «Sí». Tu proyecto ya está financiado. ¡Declaro que todos tus sueños esperan que te levantes!

Pero atención: no te levantas para ti.

Te levantas para iluminar, para salvar, para afirmar. No hay impacto verdadero sin una ofrenda de sacrificio. Ser una luz no es ser visible, ¡es ser útil! (Lucas 22:32 — Jesús dijo a Pedro: «Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.») Eso significa que tu conversión se mide por tu capacidad de fortalecer a otros. ¡No es tu número de años en la iglesia lo que te hace discípulo, sino:

• cuánto influencias
• cuánto formas
• cuántos cargas en tus rodillas
• cuántos levantas en oración

¿Quieres impactar tu generación?

Entonces aprende a hacer discípulos. No es una opción. (Mateo 28:19 dice: «Id, y haced discípulos a todas las naciones.») No dice: «hagan que oren», no dice: «hagan que levanten las manos», dice: formadlos hasta que se conviertan en columnas. ¿Quieres fuego? Entonces empieza a edificar. ¿Quieres que se hable de Dios en tu familia?

• Ora por tu hermano, por tu vecino
• Enseña
• Comparte

Eso es afirmar. Toma la carga por las almas. Tu luz sólo es verdadera cuando ilumina a otro.

El mundo está listo para escuchar.

Está sentado en tinieblas, está entregado a la inmoralidad, al ocultismo, a la confusión. ¿Pero quién mostrará el camino? Tú debes levantarte. ¡Despierta, joven! Llevas una gracia específica. En ti hay una consagración vinculada al plan divino para tu vida.

• Consagración común — oración, santidad, ayuno
• Consagración propia de tu llamado

Hay quienes pagarán un precio porque un millón dependen de ellos. Hay quienes no saldrán mucho porque el llamado sobre su vida es demasiado intenso. Pero la gloria sobre su vida hará que se levanten reyes.

Verás lo que Dios hará contigo si aceptas levantarte ahora. Eres tú a quien espera tu escuela. Eres tú a quien espera tu barrio. Verás multitudes seguirte, y hasta el que comienza pequeño será un ejército — Isaías 60:22. Cuando Dios te sostiene, nunca cierras el negocio. Hasta tus fracasos serán trampolines. Hasta tus lágrimas producirán cosechas.

Entonces levántate. Decide. Escoge. No vivas más para ti. Vive para el Rey. Eres un satélite que refleja al Sol. El único centro de la creación es Jesucristo. Tú estás aquí para que a Él se le vea mejor a través de ti.

Oremos juntos

Padre, me presento delante de Ti. Hoy decido salir de mi sueño. Rechazo seguir sentado en las tinieblas. Decido levantarme, no para glorificarme, sino para glorificar Tu Nombre en mi generación. Úsame, Señor. Que mi vida sirva para iluminar, sanar, despertar, afirmar, edificar. Quiero ser una respuesta para este mundo. Quita de mí todo vestido de oscuridad. Y que Tu gloria se levante sobre mí ahora. En el poderoso nombre de Jesús. Amén.

🙏 Si nunca has entregado tu vida a Jesús, haz esta oración con fe:

Señor Jesús, creo que Tú eres el Hijo de Dios. Moriste por mis pecados y resucitaste para salvarme. Te invito a mi vida. Sé mi Señor, mi Salvador. Restaura mi vida. Úsame. Hazme luz para las naciones. Amén.

En el corazón de la Biblia

• Génesis 1:26-28 — Creado a Su imagen para dominar
• Isaías 60:1-5 — Levántate, resplandece
• Mateo 5:13-14 — Ustedes son la luz del mundo
• Lucas 22:32 — Cuando te conviertas, afirma a tus hermanos

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