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lettre royale
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“¡Despierta, joven, despierta!” ¿Escuchas este llamado?
Es un clamor. Un grito del cielo. Un clamor que atraviesa generaciones, un grito que sacude las almas. Porque ya no se trata solo de predicar, ya no se trata solo de cantar — ¡se trata de LEVANTARSE! De posicionarse en la batalla de la última cosecha. Mateo 9:36-38 nos dice:
Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
¿La cosecha? Es inmensa. Ya está lista. Gime. Grita en silencio. Pero el Maestro busca a sus obreros. ¿Quién se levantará? ¿Quién responderá? ¿Quién se posicionará?
Estamos presenciando un fenómeno espiritual sin precedentes. Las señales son claras: nunca antes tantos jóvenes estuvieron tan inquietos, perdidos, desanimados. Multitudes angustiadas, deprimidas, ansiosas. Y ya no son solo las naciones llamadas ricas, ya no son solo los países occidentales. ¡No! Incluso en África, incluso en nuestras iglesias, incluso en nuestras bancas, los jóvenes están bajo presión. Oprimidos, atados, agobiados.
¿Y por qué este trastorno interior? Porque esta generación siente que está fuera de un plan, fuera de una posición divina. Busca desesperadamente… un pastor. Una dirección. Una voz. Un modelo.
Y mientras la Iglesia mira, mientras la Iglesia duerme, ¡surgen falsos pastores! Los llaman “influencers”, “coachs”, “mentores”, “motivadores”, “generadores de tendencias”, “guías de luz”. Mientras los jóvenes buscan una voz, ellos alzan la suya bien alto, y la cosecha, hambrienta, los sigue. ¿Por qué? Porque nadie más les habla. ¡Porque aquellos que debían alcanzarlos… duermen!
¿Quieres pruebas? Observa los rincones de TikTok, transmisiones en vivo constantes, influencers imitando animales mientras les pagan, y las multitudes enloquecidas. Una cosecha intoxicada. Una generación desorientada que se lanza en brazos de todo lo que ofrezca una pizca de atención. ¿Por qué? Porque SUS pastores están ausentes.
Pero esta cosecha tiene un Maestro. No un maestro humano. Un Maestro glorioso. El Señor de la cosecha. El buen pastor. El Rey de gloria. El que lo ha cumplido todo. El que llora por las almas errantes. Su nombre es Jesús de Nazaret. ¡Él está vivo! Y Su clamor esta noche es: “¿Dónde están mis obreros?”
El cielo gime. El Hijo gime. Y sin embargo, Juan 10:10 es una realidad:
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir.
Ese es el plan de Satanás: arrebatar la cosecha. Él también se ha levantado con sus obreros del mal. Ha armado a los jóvenes del mundo. Ha derramado una UNCIÓN demoníaca. Excepcional. Peligrosa. Atrae a las multitudes. Las que deberían venir a la Iglesia, corren hacia Babilonia.
Te preguntas: “Pero Señor, ¿no hay miles predicando? ¿Acaso no he visto jóvenes abrir ministerios? ¿No tienen canales en YouTube, páginas en Instagram, programas en Facebook?” Y sin embargo, el cielo dice: “Hay POCOS obreros.” ¿Por qué? Porque todos predican, pero ¿cuántos llevan el CORAZÓN de Dios? ¿Cuántos lloran por las almas? ¿Cuántos cargan el dolor del cielo?
No es una cuestión de talentos. No es una cuestión de plataforma. No es una cuestión de dones. Es una cuestión de carga. “Rogad al Señor de la mies que envíe”… Esta palabra es violenta. Esta palabra significa: “expulsar, forzar a salir”. En el texto griego, la palabra usada para “enviar” es ekballo: ¡ser empujado FUERA por una fuerza sobrenatural!
Vas a EXPLOTAR. Vas a ser DESPEGADO. Vas a ser PROYECTADO. Porque ya no es tiempo de discursos, es tiempo de movilización.
¿Pero a quién le dará el Maestro esta cosecha? ¿A los que buscan la gloria? No. ¿A quién busca el Señor? A siervos. Hombres, mujeres, jóvenes dispuestos a llevar Su corazón, Su carga, Su proyecto. En Salmo 89:20-21, Dios habla:
He hallado a David, mi siervo; he ungido con mi santa unción a un valiente.
Dios no lo llama valiente después de la batalla. No. Es valiente simplemente porque fue hallado fiel.
Dios no califica a los perfectos. No elige a los que han hecho grandes cosas. Él elige los corazones. Busca héroes. Y esos héroes son jóvenes comunes, como tú, que simplemente dicen “Heme aquí”. Dios dice: “Lo he UNGIDO con mi aceite santo. Mi mano lo sostendrá, mi brazo lo fortalecerá, y el enemigo no lo sorprenderá más.”
Observa a Gedeón. No había hecho nada. Estaba escondido. Y Dios lo llama… ¡“Valiente guerrero”! ¿Por qué? Porque Dios ya veía lo que haría con él. Dios apuesta por los corazones, no por los CV.
Te hablo de esta guerra, porque es bien real. Y no se libra solo en el púlpito. ¡No! Dios está levantando obreros en:
Él me dice: “Mostraré mi gloria a través de jóvenes diputados, senadores, ministros. A ellos atraigo una cosecha masiva. Un día, los ministerios ni siquiera necesitarán publicidad. Los IGNORADOS de ayer se convertirán en los gigantes espirituales de mañana. Estoy sacando a mis héroes.”
¡Despierta! ¡Sí tú! En tu empresa, en tu barrio, en tu escuela. Dios quiere liberar una unción INDOMABLE. Una unción ATERRADORA para el reino de las tinieblas. Como aquellos que lanzan “tendencias”, tú serás un portador de estremecimientos celestiales. Cargado… del fuego de Dios. Cargado… del peso de la Gloria. Cargado… del amor por las almas.
¡Lo veo! ¡Ya comenzó! 2030 será un año clave. Un punto de inflexión generacional. Un levantamiento divino. Jóvenes menores de 40 años ocuparán lugares en:
El pueblo mismo pedirá a estos jóvenes porque la unción está sobre ellos. Dios habrá puesto Su nombre sobre ellos. Serán amados, seguidos, llamados, ENFOCADOS. No es un rumor, es un decreto celestial. Porque ellos portarán la cosecha.
Y con las almas, vendrán también… los recursos.
Isaías 60: Las naciones caminarán a tu luz… los tesoros de las naciones vendrán a ti.
Te lo digo por el Espíritu: algunos aquí serán tan bendecidos que se convertirán en canales de financiamiento para el Reino. Empresas con miles de empleados surgirán. No para glorificarse, no. Sino para transportar los proyectos de Dios.
Pero Dios no busca amantes del dinero. Él busca amantes de las almas. Jóvenes que no tiemblan delante de la gloria. Siervos apasionados, consagrados y CENTRADOS en Jesús.
¡Despierta, joven! Hay una guerra por la cosecha. Hay una guerra por las almas.
Padre, me presento delante de Ti, despierto. Señor, siento Tu llamado arder en mis entrañas. ¡Aquí estoy! Respondo como Isaías: “¡Heme aquí! ¡Envíame a mí!” Líbrame de todo lo que me retiene, de todo temor, de todo bloqueo interior, de toda atadura ancestral. Rompe mis cadenas. Y haz de mí un obrero calificado, un instrumento afilado en Tus manos. Conságrame. Enciéndeme. Quiero Tu corazón por las almas. Quiero Tu mirada sobre esta generación. Hazme un héroe en Tu batalla de la última cosecha.
En el poderoso nombre de Jesús, amén.
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Señor Jesús, reconozco que necesito de Ti. Creo que moriste por mis pecados y que resucitaste. Hoy te acepto como mi Señor y Salvador. Transforma mi vida y guíame por Tu camino. Amén.
- Mateo 9:36-38 – ¡Rogad al Señor de la mies!
- Joel 3:9 – ¡Preparad la guerra, despertad a los valientes!
- Juan 10:10 – El ladrón viene a robar…
- Salmo 89:20-21 – He hallado un héroe… lo he ungido.
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