Vivir en la abundancia para compartirla – Ps Christian SABOUKOULOU – Royal Business Event 2025

Administra tus finanzas como un rico desde ahora

« ¡No esperes más! ¡Administra tus finanzas como un rico, desde ahora! » Esta no es una declaración para halagar tu orgullo, ¡es una palabra profética! ¿Por qué? Porque tú eres rico. Sí, tú. Aunque tu realidad parezca contradecirlo, la verdad de Dios te precede: ¡eres un hombre, una mujer, enriquecido(a) por Jesucristo!

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos. (2 Corintios 8:9)

Pero ¿por qué tantos cristianos tienen dificultad en conjugar «fe» y «riqueza», cuando Jesús mismo usó la expresión «rico para con Dios»? ¿Qué lo está bloqueando? Este mensaje es un llamado radical a la transformación. Un llamado a salir de la ilusión espiritual para entrar en la administración divina de los recursos. Mateo 5:16 nos recuerda que nuestra luz debe brillar delante de los hombres para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre. Tu cartera, tu cuenta bancaria, tu capacidad de ser un canal de bendición — todo esto forma parte de esa luz.

Entonces, ¿estás listo para hacer de tus finanzas un testimonio vivo del Evangelio?

Ya eres rico, pero tienes que vivirlo

La realidad es lo que sientes. Tus fechas límite que se acumulan. Tu saldo al fondo de la escala. Tu salario demasiado ligero. Tal vez eso sea tu realidad… ¡Pero no es tu verdad! La verdad es lo que Dios declara: eres rico porque algo fue cumplido para ti en la cruz. ¡La pobreza de Cristo en la cruz fue la inversión celestial para tu prosperidad! Y esta riqueza no depende de una herencia terrenal, de un diploma o del azar. Es espiritual, legítima, eterna.

Pero si tu realidad no corresponde con esta verdad, no es la verdad la que hay que cambiar. ¡Es la realidad la que debe alinearse! Hay esperanza para ti. No importa si estás en la cima del monte o en un pozo profundo, puedes salir, puedes elevarte, puedes cambiar esa realidad.

Entonces decláralo: ¡soy rico! No de cualquier manera. No rico según este mundo. ¡Sino rico para con Dios! Porque la riqueza que honra a Dios nunca es accidental. Es intencional. Es fruto de principios celestiales aplicados en la tierra. Y estos principios, Dios te los revela hoy, para que no seas simplemente bendecido, sino que seas una fuente de bendiciones (Génesis 12:2).

De ilusiones de riqueza a la verdadera prosperidad

Muchos parecen ricos. En Instagram, te muestran platos sabrosos, clases business retocadas con Photoshop, relojes prestados. Pero ¿la verdad? Mendigan en el espíritu. Solo son ilusiones ópticas. Peor aún, algunos realmente son ricos, pero su riqueza no viene de Dios: viene del diablo.

¡Sí! El diablo también enriquece.

Te daré toda esta potestad… porque a mí me ha sido entregada… si tú postrado me adorares. (Lucas 4:6)

Así es el mundo. Personas prosperan en los reinos de este mundo porque han aceptado funcionar según los principios del diablo: mentira, fraude, inmoralidad. ¡No necesitas ser satanista! Si aplicas la mentalidad del ladrón, es él quien te eleva.

Pero tú, Dios te llama a otra dimensión: ser rico para Él.

Dios es la única fuente fiable, la única fuente pura. Y cuando Él te enriquece, lo hace para que compartas esa riqueza. La abundancia en tu vida es un medio, no un fin. Es para que las obras brillen, que tu corazón resplandezca y que tu entorno glorifique a tu Padre.

La gestión divina empieza por honrar a Dios

¿Has comprendido que lo que tienes en tus manos no te pertenece? Tus finanzas, tu salario, tu rendimiento — todo te ha sido confiado con un fin preciso. Y ese fin comienza con lo primero que todo rico para Dios hace: devolver a Dios lo que es de Él.

El diezmo. ¡Sí, el diezmo! No hay otra base. ¿Quieres atajos? Estás perdiendo el tiempo aquí. El diezmo es el 10%. Y no es un asunto del Antiguo Pacto como algunos se apuran en decir. El Nuevo Testamento es claro: Jesús es sacerdote según el orden de Melquisedec, y Melquisedec fue honrado por Abraham con el diezmo. (Génesis 14, Hebreos 7)

Tú eliges dar o no dar. No estás obligado. Sigues siendo hijo de Dios. Pero impides a Dios hacer ciertas cosas en tu vida. ¿Por qué? Porque el diezmo es lo que legitima la mano de Dios sobre tus finanzas.

Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto… abriré las ventanas de los cielos… (Malaquías 3:10)

Malaquías 3:10 nos dice que al traer los diezmos, Dios abre las ventanas de los cielos, envía bendición en abundancia y reprende al devorador. Cuando no das el diezmo, pones tus finanzas en una cuenta conjunta con el diablo (y no del tipo que requiere dos firmas, no… del tipo O: ¡él solo puede sacar!). ¿Quieres vivir esa experiencia? Eres libre. Pero debes saber que mientras no devuelvas a Dios lo que le pertenece, vives fuera de su sistema de protección financiera.

Para administrar bien, también hay que saber dar de forma sacrificial. El sacrificio anual, tal como lo cumplían Elcana y Ana (1 Samuel 1:21; 2:19), es una poderosa palanca espiritual. Una ofrenda que no haces en diciembre por pánico o para recuperar el año. ¡No! La preparas durante doce meses, con fe y honra. Porque sabes que lo que vas a dar declarará tu nivel de fe para 2026.

Distribución divina: 9 cosas que hacer con tus finanzas según Dios

Dios no quiere que tus finanzas se estanquen. Quiere que estén alineadas con Su voluntad. Estas son las nueve reparticiones que debes aplicar para administrar tus finanzas como un rico para Dios:

  1. Devuelve a Dios lo que es de Él: diezmo y ofrenda. Es la expresión de tu alianza, la declaración de Su señorío sobre tus bienes.
  2. Responde a tus necesidades legítimas: pero cuidado con no confundir necesidad con capricho. No es momento para un coche de lujo si esa compra te impide hacer fructificar tu potencial. Administrar como un rico no es desperdiciar como un loco.
  3. Honra a tus padres naturales, espirituales y profesionales: Deuteronomio 5:16 te enseña que esto te hará feliz, prolongará tu vida y te arraigará en tu tierra prometida.
  4. Prepara el futuro de tus hijos: Salmo 127:3-4 te ordena impulsarlos como flechas. Una flecha no se impulsa sola: el arco es tu estructura, tu cartera, tu palabra, tu oración.
  5. Ahorra estratégicamente: Ningún constructor avanza sin previsión. No hay ahorro = no hay desarrollo.
  6. Invierte: Que Dios te haya confiado mucho o poco no importa. Lo que importa es que hagas fructificar lo que Él te ha dado.
  7. Paga tus impuestos: Dad al César lo que es del César. La integridad en las finanzas es una alabanza silenciosa pero poderosa a Dios.
  8. Cumple con buenas obras: Aun con poco, haz el bien. 2 Corintios 9:8 nos lo recuerda: Dios nos bendice para que tengamos en abundancia para toda buena obra.
  9. Paga tus deudas: Porque el que toma prestado es siervo del que presta (Proverbios 22:7). Libérate financiera y espiritualmente.

Oremos juntos

Padre, te doy gracias por lo que has depositado en mis manos. Hoy, rehúso vivir fuera de Tu sistema celestial. Te entrego mis finanzas, mis decisiones, mis gastos. Que Tu justicia gobierne mis acciones. Enséñame a sembrar, a dar, a honrar, a administrar, porque quiero manifestar que soy rico para Ti. Proclamo que soy una fuente de bendición, que mi corazón es un altar de fuego, que mi cuenta bancaria está santificada para Tu reino. En el poderoso nombre de Jesús. ¡Amén!

🙏 Si nunca has entregado tu vida a Jesús, haz esta oración con fe:

Señor Jesús, reconozco que sin Ti estoy perdido. Creo que moriste por mis pecados y que resucitaste para mi salvación. Hoy, te acepto como mi Señor y mi Salvador. Cambia mi vida. Santifica mis decisiones. Conduce mi destino. Amén.

En el corazón de la Biblia

  • 2 Corintios 9:8
  • Mateo 5:16
  • Juan 10:10
  • Juan 14:26
  • Proverbios 3:9
  • Malaquías 3:10
  • Lucas 4:6
  • Romanos 12:1 – El sacrificio vivo
  • Lucas 9:23 – Tomar su cruz cada día

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