El revestimiento de poder para el crecimiento de la Iglesia – Apóstol Mohammed SANOGO

El revestimiento de poder para el crecimiento de la Iglesia

¡Dios no respalda a todos los siervos! Esta declaración puede sorprender, pero es bíblica. En Isaías 42:1, Dios dice:

He aquí mi siervo, a quien yo sostengo, mi escogido en quien mi alma se complace; he puesto mi Espíritu sobre él…

Esto significa que entre los que sirven a Dios, algunos cuentan con Su respaldo, y otros no. ¿No es aterrador? Servir a Dios sin Su respaldo hace que el ministerio sea difícil, una lucha constante, una obra sin frutos visibles. Pero entonces, ¿qué atrae el respaldo del cielo a tu ministerio?

Mira a Jesús. Después de Su bautismo, la Biblia dice que estaba lleno del Espíritu Santo (Lucas 4:1), pero no comenzó su ministerio de inmediato. El Espíritu lo condujo primero al desierto, donde fue probado. Cuando salió de allí, una transformación había ocurrido:

Jesús volvió a Galilea en el poder del Espíritu… (Lucas 4:14)

Ya no era solo Jesús lleno, era Jesús revestido. Y desde ese momento, Su impacto fue irresistible.

Ahí está la diferencia entre un ministerio ordinario y un ministerio respaldado por Dios: el revestimiento de poder. Sin ese revestimiento, la iglesia no puede crecer, la obra no puede prosperar, la voz del siervo no tiene autoridad, y sus esfuerzos son en vano.

El siervo que Dios respalda es aquel sobre quien reposa el Espíritu del Señor. Esto no se limita a una experiencia puntual, sino que es una realidad constante que hay que buscar. Tener el Espíritu en ti te garantiza la salvación, ¡pero tener el Espíritu sobre ti garantiza la eficacia!

Puedes predicar, enseñar, organizar, estructurar, pero si no tienes este revestimiento, todo parecerá pesado, difícil e ineficaz. Muchos siervos trabajan con el Espíritu en ellos, pero sin el revestimiento. ¿El resultado? Se agotan, la Iglesia se estanca y se frustran. Mira tu ministerio, tu servicio, tu compromiso, y atrévete a hacer la pregunta: ¿estoy siendo respaldado por Dios?

La importancia del revestimiento: El policía uniformado

Imagina a un policía sin uniforme. Ha recibido formación, conoce la ley, tiene la autoridad en sí mismo, pero en la calle nadie le obedece mientras no sea identificado como policía. Pero en cuanto se pone el uniforme, su autoridad es visible y su influencia inmediata.

Exactamente eso ocurre espiritualmente. Puedes ser un hombre de Dios lleno del Espíritu Santo, conocer la Biblia, predicar con fervor, pero sin revestimiento, tu autoridad permanece ineficaz. Las almas no responden a tu llamado, los demonios no te obedecen, todo parece complicado. ¡Pero el día en que eres revestido, todo cambia!

Eso fue lo que le pasó a Jesús. Antes de Su bautismo, no hay registro de milagros, ninguna demostración de poder. Pero en cuanto salió del Jordán, el Espíritu vino sobre Él. En el desierto fue probado, y cuando salió de allí, Su fama se difundió. ¿Por qué? Porque estaba revestido.

Mira tu ministerio, mira tu vida espiritual. ¿Por qué algunas iglesias, algunos ministerios prosperan y otros se estancan? ¿Por qué algunos predican con una autoridad que atrae multitudes, mientras otros luchan por mantener unos pocos fieles? Es una cuestión de revestimiento.

Pasar de la plenitud al revestimiento: La transición indispensable

Estar lleno del Espíritu Santo es esencial, pero no es suficiente. Jesús, lleno del Espíritu Santo, fue llevado al desierto. Ese paso es vital, porque es allí donde se pasa de la simple plenitud al revestimiento. Muchos quieren el poder sin pasar por el desierto. Quieren ser revestidos sin ser probados. Sin embargo, el desierto es la etapa donde Dios quiebra tu yo, donde Él prueba la pureza de tus motivaciones.

¿Por qué crees que Satanás vino a tentar a Jesús precisamente en esa fase? Sabía que si Jesús salía victorioso del desierto, ¡Su ministerio iba a sacudir al mundo! De la misma manera, si quieres ver cambiar tu vida y tu ministerio, debes aceptar el desierto. Es en ese lugar donde Dios pule tu carácter, expone tus debilidades y purifica tus motivaciones.

El problema es que muchos fracasan en esta etapa. La presión del desierto los empuja a buscar atajos. En lugar de esperar el revestimiento de Dios, buscan soluciones humanas: manipulación, compromisos financieros, conexión con personas influyentes en lugar de esperar el favor divino. Resultado: terminan con un falso revestimiento, una apariencia de poder, pero desprovistos del respaldo auténtico de Dios.

Satanás le dijo a Jesús:

Si te postras y me adoras, te daré toda esta gloria. (Lucas 4:6-7)

Muchos hoy, sin siquiera darse cuenta, caen en esa trampa. Buscan el reconocimiento de los hombres antes que el de Dios. Hacen alianzas que no glorifican a Cristo. Edifican con los medios del mundo y no con el poder del Espíritu Santo.

Pero Jesús se mantuvo firme. Salió del desierto, no con simples conocimientos, sino revestido de poder. Eso fue lo que lo convirtió en un ministerio imparable, y eso es lo que hará de ti un siervo inquebrantable.

El revestimiento: Clave del crecimiento y del impacto

Una iglesia que ya no gana almas es una iglesia que ha perdido su revestimiento. Una iglesia que no se adapta a las estaciones espirituales termina por apagarse. ¿Por qué muchas iglesias perecieron durante la pandemia? No fue únicamente un problema estructural, fue una falla espiritual.

El Espíritu Santo siempre impulsa a la innovación, a la adaptación, a la multiplicación. Pero una iglesia estancada en sus costumbres, que no renueva su enfoque, ahoga su crecimiento.

El revestimiento trae la sabiduría divina para gestionar y hacer crecer la obra. Te lleva a comprender que Dios no te llama solo a tocar tu ciudad, sino las naciones:

Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos… hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8)

Dios no te llama a un impacto local, sino global.

En el corazón de la Biblia

  • Isaías 42:1 – Dios respalda a Sus siervos
  • Lucas 4:14 – Jesús sale del desierto revestido de poder
  • Hechos 1:8 – El poder para testificar a las naciones
  • Juan 7:37 – La sed espiritual atrae al Espíritu Santo

Oremos juntos

Señor, ya no quiero un ministerio sin impacto…

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